La mirada melancólica de la ruina: encuentros entre la alegoría y lo abyecto

No hay muchos estudios que establezcan conexiones entre las reflexiones de Julia Kristeva sobre lo abyecto y los escritos de Walter Benjamin sobre la alegoría y la melancolía, aunque ciertamente han indagado en motivos similares, y Kristeva (1997), en su análisis sobre la depresión y la melancolía,...

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Detalles Bibliográficos
Autor principal: Baudagna, Rodrigo
Formato: Parte de libro acceptedVersion
Lenguaje:Español
Publicado: Universidad Nacional de Córdoba. Facultad de Filosofía y Humanidades 2021
Materias:
Acceso en línea:http://pa.bibdigital.ucc.edu.ar/3377/1/CL_Baudagna.pdf
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Descripción
Sumario:No hay muchos estudios que establezcan conexiones entre las reflexiones de Julia Kristeva sobre lo abyecto y los escritos de Walter Benjamin sobre la alegoría y la melancolía, aunque ciertamente han indagado en motivos similares, y Kristeva (1997), en su análisis sobre la depresión y la melancolía, hace numerosas referencias a Benjamin. Particularmente, se destacan dos artículos que intentan indagar en estos puntos de cruce: Bullock (1995), que se enfoca en los análisis de ambos autores sobre la modernidad literaria y la melancolía; y Geyer-Ryan (1992), que estudia la presencia de la abyección en la obra de Benjamin. Nuestro punto de partida es que pareciera haber algo de la mirada, de la imagen visual, que conecta lo abyecto y lo alegórico: por un lado, Benjamin (2005, 2006, 2008), aunque estudia textos literarios, aborda a la alegoría como imagen visual (jeroglífico, escritura que tiende a imagen), y Kristeva (1997) señala que la alegoría se inscribe en la lógica imaginaria; por otro lado, Kristeva (1989) destaca el carácter revelador de lo abyecto: alucinación visual, un ver; y también hay que considerar a la “mirada de Medusa” (Benjamin, 2005, p. 59) que nos devuelve la modernidad en la imagen alegórica. O la “mirada melancólica”, que afecta la disposición de los objetos del mundo ante el que los percibe. Por eso, para Benjamin (2005), “el contemplativo, cuya mirada estremecida recae sobre el fragmento que sostiene su mano, se convierte en alegórico” (p. 332). Hay claramente algo del melancólico en esa imagen: no es aquel que mira hacia el horizonte, sino aquel que apoya la barbilla en su pecho y apenas puede ver lo que tiene en su mano.