¿Que es la conciencia habitual?

Llevamos unos años en que la moral —sea ética o teología—, se caracteriza por su desenfadada falta de precisión: como si no fuera ya ciencia, conocimiento riguroso de lo real. Las descripciones de la conciencia o sus funciones resultan, en algunos casos, de una factura sorprendente: todo es nuevo.1...

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Detalles Bibliográficos
Autor principal: García de Haro, R.
Formato: Artículo
Lenguaje:Español
Publicado: Pontificia Universidad Católica Argentina. Facultad de Filosofía y Letras 2022
Materias:
Acceso en línea:https://repositorio.uca.edu.ar/handle/123456789/14784
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Descripción
Sumario:Llevamos unos años en que la moral —sea ética o teología—, se caracteriza por su desenfadada falta de precisión: como si no fuera ya ciencia, conocimiento riguroso de lo real. Las descripciones de la conciencia o sus funciones resultan, en algunos casos, de una factura sorprendente: todo es nuevo.1 Es verdad. Estamos cansados de la monotonía de ciertos lenguajes escolásticos, que no parecen interesarse por la vida, al menos en su decurso actual. Pero esto no exime de rigor y exactitud a todo trabajo científico, que quiera acreditar ese nombre. El secreto para renovar el interés humano de la moral se sitúa, más que en acuñar una infinitud nueva de términos —quizás sugestivos, pero vagos—, en la atención directa a la realidad, sin quedarse en un mundo abstracto de ideas: ni la filosofía ni la teología moral son —al menos, no deberían serlo— sistemas abstractos, sino ciencias vivamente ocupadas de los problemas del hombre. Muy necesarias ambas porque como el hombre es una criatura libre, en el fondo, todos sus problemas son morales: la moralidad es una dimensión radical de la libertad. El Santo Padre no hace más que repetirlo…