Los tratos con el cuerpo

Sigmund Freud bien podría haber usufructuado de una figura clásica como la del filósofo acostado. Sócrates, Descartes, Diderot, Tolstoi, Proust, Becket consideraron que, en la postura de abandono, es posible acoger una revelación sobre el “interior” de nuestro cuerpo. Pero, a partir de Descartes se...

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Detalles Bibliográficos
Autor principal: Musachi, Graciela
Formato: Articulo
Lenguaje:Español
Publicado: 2012
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Acceso en línea:http://sedici.unlp.edu.ar/handle/10915/25095
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Descripción
Sumario:Sigmund Freud bien podría haber usufructuado de una figura clásica como la del filósofo acostado. Sócrates, Descartes, Diderot, Tolstoi, Proust, Becket consideraron que, en la postura de abandono, es posible acoger una revelación sobre el “interior” de nuestro cuerpo. Pero, a partir de Descartes se pierde la connaturalidad de esa percepción ya que hay las percepciones que atribuimos a los objetos fuera del cuerpo, aquellas que atribuimos a nuestro cuerpo y las que atribuimos al alma. La sensibilidad que permite percibir el “interior” del cuerpo ganó cada vez más terreno en la investigación ilustrada: sexto sentido, tacto interior, coexistencia y, finalmente, cenestesia. En la cenestesia el alma es informada del estado del cuerpo y lo hace aparecer como propio: la cenestesia es el amor propio, el instinto, la sensibilidad general, “el residuo inexplorado (y tal vez inexplorable) de la vida sensible”, en palabras de Jean Starobinsky, pero termina siendo la vida psíquica toda. El romanticismo se apropia de la cenestesia por su acento en la experiencia singular ante la versión del cuerpo- máquina ilustrado. Freud no sólo se encuentra en este contexto cenestésico sino que conoce bien su literatura cuando le responde en “La interpretación de los sueños” que las impresiones orgánicas no son condición única y suficiente para la producción del sueño. Son material para elaborar y producir sentido. Por lo tanto, el cuerpo que Freud acuesta en el diván es un cuerpo nuevo, el cuerpo como imagen y como pulsión, soporte de fijaciones e investimientos, es decir un organismo atravesado por el lenguaje. El duro concepto de pulsión, en términos de Masotta, intenta ceñir la especificidad de la sexualidad humana: la pulsión no está en el cuerpo ni es su forma.