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|a La casa particular ha sido demonizada por los planificadores urbanos. Se la acusa de ser insustentable, de ser una voraz consumidora de suelo natural y de demandar extensas porciones de territorio para desarrollarse. Se le atribuye la baja densidad de las nuevas periferias de priorizar la movilidad mediante el automóvil privado con las consecuentes problemas de congestión de transito y contaminación ambiental. Se le recrimina su condición de "producto aislado", de fragmentar el territorio, de promover la descohesión social, de acentuar las desiguales y de contribuir a la pérdida de la solidez cultural de la ciudad. No sólo eso, para algunos autores la vivienda particular es el escenario privilegiado para la reproducción social de determinados valores instituidos por los grupos dominantes, afirman que la sociedad de consumo ha intervenido en este espacio privado malconfigurando las conductas y aspiraciones de la gente. Pero al hablar de la casa particular no nos referimos solamente a un espacio habitable o a una manera de urbanizar el territorio, la casa sigue siendo una de las principales maneras con las que el hombre desea dar forma a sus anhelos existenciales. Si bien las creencias, los valores, los sentimientos y las normas de la sociedad han experimentado transformaciones substanciales en los últimos tiempos, para muchos sectores la legitimidad social todavía está ligada a la propiedad de este tipo edificatorio. Es innegable que, para extensos sectores sociales, la casa individual aún perdura como escenario ansiado para el transcurrir de los acontecimientos esenciales y sobresalientes de la vida. Para tratar de cerca un poco de luz a un objeto de estudio tan complejo y multidimensional, este libro se plantea como un ejercicio de reflexión que intenta integrar a partir de un entramado teórico distintos puntos de vista desde las cuales puede ser abordado el tema. El resultado es una yuxtaposición de episodios, donde cada uno adquiere la forma o estructura más acorde con su contenido y donde el sentido final debería encontrarse en la persona de cada lector.
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