Intecongregacionalidad: tejiendo redes, sumando carismas y misiones

Desde el Concilio Vaticano II (1963-1965), en la Segunda y Tercera Conferencia de Obispos Latinoamericanos en Medellín (1968) y en Puebla (1979), la interpretación de Jesucristo comenzó a hacerse desde el reverso de la historia, desde los empobrecidos, marginados, vulnerables, menospreciados. La Ig...

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Detalles Bibliográficos
Autor principal: Temporelli, Clara María
Formato: Artículo acceptedVersion
Lenguaje:Español
Publicado: 2021
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Acceso en línea:http://pa.bibdigital.ucc.edu.ar/3352/1/A_Temporelli.pdf
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Descripción
Sumario:Desde el Concilio Vaticano II (1963-1965), en la Segunda y Tercera Conferencia de Obispos Latinoamericanos en Medellín (1968) y en Puebla (1979), la interpretación de Jesucristo comenzó a hacerse desde el reverso de la historia, desde los empobrecidos, marginados, vulnerables, menospreciados. La Iglesia descubre su identidad al lado de esta realidad que vive la mayoría del Continente en las grandes periferias. La Vida Religiosa (VR), paso a paso ha descubierto el tesoro de estar juntas/os como hermanas/os, discípulas/os de Jesús de Nazaret; que los carismas son dones gratuitos, que Dios concede con abundancia a sus criaturas para ofrecerlos a los empobrecidos de este mundo, a las víctimas de la injusticia. Ella siempre es propuesta nueva, profética, y por eso no puede quedarse bloqueada frente a esta llamada de crear interrelación, intercomunicación, intercambio para sumar carismas y acrecentar la misión del Reino de Dios. Es real que bastantes propuestas de ‘intercongregacionalidad’ son deficientes y que en ellas hay mucho que mejorar, pero es un camino de futuro para la VR. En este camino nos espera Aquel que prometió estar con nosotras y nosotros todos los días hasta el fin del mundo.