Vida del espíritu : IV la persona y Dios
La dimensión divina del hombre: El hombre es persona: por su inteligencia que lo abre al ser inmanente y trascendente y, en definitiva, al Ser infinito de Dios, como Verdad en sí, y por su voluntad, que lo ordena también a ese Ser infinito de Dios, como Bondad en sí. Por su inteligencia el- hom...
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Publicado: |
Pontificia Universidad Católica Argentina. Facultad de Filosofía y Letras
2022
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ESPIRITU DIOS CULTURA MORAL DERECHO SOCIEDAD Derisi, Octavio Nicolás Vida del espíritu : IV la persona y Dios |
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La dimensión divina del hombre:
El hombre es persona: por su inteligencia que lo abre al ser
inmanente y trascendente y, en definitiva, al Ser infinito de Dios, como
Verdad en sí, y por su voluntad, que lo ordena también a ese Ser infinito
de Dios, como Bondad en sí.
Por su inteligencia el- hombre está hecho para La verdad, no para
esta o aquella verdad, sino para la Verdad sin límites, infinita. Por eso el
iritelecto siempre busca la verdad, pero nunca está contento con la
verdad lograda. De lo más íntimo de la inteligencia brcita siempre de
nuevo el anhelo de verdad, que ninguna verdad finita puede-saciar.
Esta. es la razón por la que el sabio continúa sin descanso en la
búsqueda de la verdad; y los resultados logrados nunca acaban de
satisfacerlo. La verdad sin límites es la meta. que atrae la iaideligencia
del hombre, que la mueve sin descanso a buscarla en todas sus participaciones limitadas, pero cuya consecución nunca consigue satisfacerla.
Del mismo modo, la voluntad busca el bien y, por eso, nunca cesa en
su prosecución: está esencialmente ordenada a él como a su objeto formal
especificante. Por eso, cualquier bien la atrae, pero ningún bien finito
consigue saciarla.
La meta del bien infinito la atrae sin cesar y, por eso, no cesa en su
búsqueda del bien; tras la posesión de cualquier bien finito, vuelvé:d.
brotar, desde lo más íntimo de su ser, su ansia de bien; y comienza de
nuevo su incesante prosecución del mismo.
De ahí que el hombre nunca esté contento con el bien alcanzado: ni •
con el dinero o los bienes materiales, ni con los placeres, ni con la gloria o
el poder, por grandes que sean. Paradojalmente tampoco el santo, que sí
se ordena al. Bien infinito, está plenamente contento en este mundo, en
que no logra la posesión perfecta de Dios... |
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