Los llantos del Diego

Estoy parada frente al escritorio de mi oficina. Distraída, busco acomodar mis cosas para sentarme. Metros más adelante, de espaldas a mí, está sentado Diego, un compañero de trabajo. Sin despegar la mirada de la página de internet del portal de noticias que tiene enfrente, emite de un tirón una fr...

Descripción completa

Detalles Bibliográficos
Autor principal: Julia Narcy
Formato: Artículo
Lenguaje:Español
Publicado: Universidad de Buenos Aires. Facultad de Ciencias Sociales. Carrera de Ciencias de la Comunicación 2020
Materias:
Acceso en línea:https://revistazigurat.com.ar/los-llantos-del-diego/
https://repositoriouba.sisbi.uba.ar/gsdl/cgi-bin/library.cgi?a=d&c=zigurat&d=40_html
Aporte de:
Descripción
Sumario:Estoy parada frente al escritorio de mi oficina. Distraída, busco acomodar mis cosas para sentarme. Metros más adelante, de espaldas a mí, está sentado Diego, un compañero de trabajo. Sin despegar la mirada de la página de internet del portal de noticias que tiene enfrente, emite de un tirón una frase seca, estupefacta: “se murió Maradona”. Y se acerca más, inclinando la cabeza y el torso hacia adelante, como queriendo meterse dentro de la pantalla. No llego a sentarme, me acerco, y aunque tengo el celular en la mano no quiero mirarlo, no quiero buscar ninguna noticia, lo dejo para después, ahora quiero la verdad que tiene para decirme él, que lo vio primero, que cantó la primicia horrible. Parece que sí. Vemos el mismo título en todos los medios a los que entramos compulsivamente. Agarro más fuerte el teléfono, abro Twitter. Se nos murió el Diego también en mi timeline. Parece que sí. Se me eriza la piel de todo el cuerpo, el cuero cabelludo parece de golpe el sostén de una peluca helada. Estoy muda. Sigo de pie. No lloro. Vuelvo a mi escritorio, deslizando las zapatillas por la alfombra. Abro mi iPad y empiezo a deslizar palabras y fotos hacia arriba con mi dedo. Scrolleo hasta el infinito para empezar a creer. Sí. Está muerto. Se abre un grifo social. Se habilita el llanto para todo el país. Se habilita la exhibición del llanto. Se salen los diques para hacerle paso al caudal de lágrimas, que busca confluir en un lugar inmenso, inconmensurable e indefinido.