Contribución al conocimiento de los yacimientos de carbón de Marayes, San Juan

La cuenca carbonífera de Marayes, cuyo estudio y explotación se empezó ya en el último tercio del siglo pasado, geográficamente está situada en el extremo SW de la Sierra de la Huerta y administrativamente en el departamento de Caucete, Provincia de San Juan. En el presente trabajo me he dedicado a...

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Detalles Bibliográficos
Autor principal: Bergmann, Federico A. J.
Formato: Tesis Tesis de doctorado
Lenguaje:Español
Publicado: 1947
Materias:
Acceso en línea:http://sedici.unlp.edu.ar/handle/10915/5210
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description La cuenca carbonífera de Marayes, cuyo estudio y explotación se empezó ya en el último tercio del siglo pasado, geográficamente está situada en el extremo SW de la Sierra de la Huerta y administrativamente en el departamento de Caucete, Provincia de San Juan. En el presente trabajo me he dedicado a efectuar observaciones especialmente en la parte norte de la misma, donde afloran los mantos de carbón, y a lo largo del Río Seco, que es donde se presentan los mejores aforamientos que nos pueden dar alguna idea sobre la situación geológica de sus sedimentos. El clima actual de la zona es un tipo continental seco, con apreciables cambios de temperaturas diarias. La vida es sumamente pobre: la vegetación mayor constituye, hacia los lugares donde se encuentran mas desarrollados los detritos de acarreo cuaternarios, montes xerófilos abiertos que ofrecerían suficiente madera para las fortificaciones requeridas para una explotación intensa del carbón de la cuenca; corresponde al distrito zoogeográfico sub-andino; y la población es exigua, sujeta a las mas elementales necesidades. El relieve de la cuenca, como puede apreciarse en el Bosquejo topográfico y geológico de una parte de la misma, es suave. Las sierras contiguas ofrecen siluetas tranquilas que indican la larga meteorización a que estuvieron expuestas. Los detritos de acarreo cuaternarios se presentan especialmente desarrollados al N y W de la cuenca, hacia las sierras del Basamento de donde provienen. Sobre una superficie discordante elaborada en las rocas cristalinas (gneises y anfibolitas) del basamento, se disponen las siguientes formaciones que he observado: "Estratos de Paganzo", Estratos del Río Seco, Estratos con Dicroidium, Estratos de Marayes y detritos cuaternarios. Los "Estratos de Paganzo" de nuestra cuenca, así denominados por Bodenbender (1912) quien ha reconocido en los alrededores de Marayes los tres primeros pisos en que dividía su sistema, por autores posteriores fueron interpretados como pertenecientes al Paganzo superior de Bodenbender; en ellos no se han hallado fósiles; son areniscas y conglomerados rojos. Los Estratos del Río Seco litológicamente, se presentan como un conjunto de transición entre los "Estratos de Paganzo" y los Estratos con Dicroidium; por no haber encontrado fósiles en los mismos resulta arbitrario sumarlos en partes o en su totalidad a las formaciones contiguas; son areniscas y conglomerados rojos y grises, grises amarillentos, amarillentos, que se suceden mas o menos gradualmente. Los Estratos con Dicroidium son los que han sido referidos al Rético por Stelzner (1885), Bodenbender (1912), Rassmuss (1922), Rosén (1930); la razón del cambio de denominación obedece a que aún está en discusión la edad de estos estratos; son fundamentalmente areniscas grises y amarillentas, a veces con areniscas abigarradas intercaladas, pero desde el basamento cristalino de las sierras al centro de la cuenca, se observa una transición de materiales psefíticos a pelíticos que son los que portan los mantos de carbón y los fósiles mejor conservados; los que he recogido fueron clasificados como Dicroidium remotum Szajn. sp.; Cladophlebis mendozaensis (Gein.) Freng.; Cladophlebis Kurtzi Freng. Y Johnstonia coriacea (Johnst.) Walk., por el conocido especialista, Dr. Joaquín Frenguelli. Los Estratos de Marayes corresponden a los que Bodenbender (1912), Rassmusss (1922), y otros autores han designado como Cretáceo y Rosén (1930) como Rético improductivo; la misma razón que me ha movido a modificar la designación del llamado "Rético", me ha hecho cambiar la denominación de estos estratos; son areniscas y conglomerados rojos, que por sus características litológicas parecían ser homólogos de los estratos superiores de la "Serie de Cacheuta" de Franguelli (1944), y del Grupo de la Quebrada del Barro de Carrizal, de Borello (1946). Estos sedimentos fueron comprimidos contra las sierras del basamento por movimientos probablemente terciarios. He observado anticlinales y sinclinales amplios y suaves, y fallas en general de poco resalto. Desde la altura del morro La Carlota hasta la traza del ferrocarril que cruza la cuenca, y desde el Río Aguadita hasta el Río Seco, he comprobado que la tectónica es poco accidentada y, por consiguiente, propicia para una explotación de los mantos de carbón. En los niveles pelíticos de los Estratos con Dicroidium existen acumulaciones de carbón, seguramente alóctono, que llega a constituir mantos. En la parte boreal de la cuenca hay afloramientos que he seguido y representado en las Hojas 1 y 2 del Bosquejo y que probablemente corresponden a 6 mantos de carbón, (véase Corte G-H y Corte I-J); la distancia medida entre los mismos varía entre un mínimo de 7 a 8 metros (mantos IV y V) y un máximo de 18 a 25 metros (mantos I y II). Los mantos que ofrecen mejores perspectivas para una explotación, son los mantos I y II. Hacia el centro de la cuenca es posible que los mismos mejoren. En los mantos el carbón se presenta discontinuo, bastante intercalado por material estéril. El carbón, que es finamente bandeado, está esencialmente constituído por vitrinita y durinita, también hay fusinita y poca exinita. Es un carbón bituminoso. Tiene mucho material inerte, sobre todo pirita en pequeñas agrupaciones de cristales tan pequeños que dificultarían su eliminación. El resultado práctico de mis estudios es que, la extensión horizontal de los mantos de carbón probablemente es mayor que la que han creído los autores que se ocuparon de este asunto; y que el número de estos mantos es menos reducido del que supusieron geólogos eminentes que estudiaron anteriormente la región de Marayes. Por otra parte, la lenticularidad de las acumulaciones de carbón y la relativa abundancia de impurezas (especialmente pirita), me hace suponer que una explotación en amplia escala requerirá especiales trabajos preparatorios que no son de competencia del geólogo. Mis estudios justifican cierto optimismo con respecto a la cantidad de carbón obtenible, pero dejan preveer que los técnicos tendrán que superar dificultades que dependen de la naturaleza del yacimiento (alóctono) y de los tipos de impurezas que predominan.